Bodegas Portuarias del Río Ibáñez

La Patagonia chilena fue siempre una región lejana e inhóspita para los exploradores. Desde que se consolidó el dominio español en Chiloé hasta que sucesivas expediciones reconocieran el Estrecho Magallanes, las vastas soledades que mediaron entre ambos puntos permanecieron como espacios desconocidos, siendo explorados de manera muy esporádica , principalmente por viajeros o por misioneros que llegaron a evangelizar a las etnias de esas zonas. Al quedar definitivamente establecidas las fronteras de Chile, tras laudo arbitral de 1902, se entregaron grandes extensiones de tierra en arrendamiento a compañías ganaderas, con la condición de que desarrollaran las potencialidades productivas de la región.

Durante la primera mitad del siglo XX, los colonos desplegaron una inédita actividad en la región, fundando pueblos por su propia iniciativa, abriendo rutas, despejando terrenos para el cultivo, la ganadería y descubriendo y explotando yacimientos mineros que serían de vital importancia para la región. La construcción de las bodegas portuarias se enmarca en el contexto del poblamiento de la cuenca del Lago General Carrera, en torno al desarrollo de la actividad ganadera en la región. El año 1934 el Estado chileno exige a las compañías productivas el transporte de la producción a través de puertos chilenos, lo que potencia las comunicaciones internas y fortalece las funciones del Puerto de Río Ibáñez.

La necesidad de implementar de infraestructura adecuada al puerto, impulsa la construcción de la primera Bodega en 1930. El edificio es realizado por albañiles y constructores de la localidad con técnicas tradicionales y materiales, en su mayoría, provenientes del lugar. Comenzando la década siguiente, comienza la explotación minera de los yacimientos en la cuenca del Lago General Carrera, lo que motiva la construcción de una segunda bodega en 1961. En 1991, la erupción del volcán Hudson provocó el embancamiento del Lago General Carrera. Tanto las bodegas, como el muelle, la pluma de carga y la rampa quedaron en desuso, siendo en parte desmantelados y abandonados sin mayores mantenimientos. Dentro de su valor arquitectónico, el edificio constituye un volumen simple con una tipología de "villa". Destaca su orden espacial centralizado alrededor de un espacio jerárquico en torno al cual convergen los recintos en ambos niveles.

También destacan sus fundaciones corridas de hormigón de las cuales sobresalen 30 cm de sobrecimiento, lo cual contribuye para aislar la madera de la humedad del suelo. Su estructura es de tabiquería en madera de lenga. Debido a ello los muros forman paquetes de 20 cm de ancho, proporciones que han contribuido a conservar el edificio y soportar los dos niveles con que cuenta. La techumbre es de cuatro aguas cubierta con tejuela de alerce traslapada. A pesar de los cambios de uso que ha tenido el edificio, las modificaciones han sido mínimas. En general, en ellas se han continuado con similares materiales a los originales. Actualmente, está destinada a la Segunda Comisaría de Carabineros de Puerto Aisén.